Una fundación colega en un pueblo cercano provee alojamiento para ancianos solteros que vivían en la calle.
Los voluntarios de Mi Casa en Ipauratu visitan el hogar tres veces a la semana. Juegos, música, y ejercicio son organizados para ocupar a los ancianos y mantenerlos en forma. La fundación también provee materiales para hacer joyas.
De esta manera, los ancianos se entretienen mientras contribuyen a la producción de joyas, como pulseras, que se venden para comprar cosas como un CD player. Música es una de las cosas que le da a los ancianos desamparados alegría.